jueves, septiembre 23, 2010
soñando desechos
anoche salimos a cosechar sueños, los dejamos enfriar un par de horas, los metimos en la mente de los hombres y, cuando estuvieron lo suficientemente cosidos, empezamos a soñar. mi hermana gemela, la Tristeza, soñaba despavoridamente, metía en su boca tantos sueños, que al rato estaba zaceada. yo, la Felicidad, veía como ella iba soñando tanto, se terminaba todos los sueños que habíamos cosechado juntas, dejado enfriar y metido en la mente de los hombres. yo le gritaba: -hermana, hermana, déjame soñar, yo también quiero probar lo que se siente-; esa era la primera vez que salíamos solas, sin la guía luminosa de las razones; por primera vez vimos ese brillo especial que los sueños tienen cuando se enfrían, y cómo brillan de fuerte cuando están en la mente de los hombres, casi brillan como una razón, pero es un tipo de luz distinta, algo más nítida, más luminosa. yo tenía hambre, quería soñar, pero mi hermana ya era más grande que yo, y ya no podía enfrentarla, solo me lanzó un pedazo de un sueño que no le había gustado… el sueño de amar.
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